jueves, 29 de mayo de 2008

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Existieron "hipertextos impresos" antes del hipertexto digital. Uno de los grandes pioneros fue Julio Cortázar, con su obra titulada "Rayuela" que fue traducida en los años '80 a un sistema digital hipertextual. Esta obra permite múltiples maneras de lectura propiciando que el lector se sienta creador, siguiendo la máxima : el autor propone, el lector dispone. De esta manera Cortázar coloca al lector en contacto directo con el texto, sin barreras. El único personaje que le interesa es él. Por lo tanto tiene que dejar de ser un ente pasivo que adquiere la obra, la almacena, la lee. El lector será copartícipe de la experiencia del autor. La novela publicada en 1963 implica al lector en un juego creativo en el que él mismo puede elegir el orden de lectura de los capítulos, lineal o alternada, siguiendo un modo poco convencional. Su objetivo es abandonar las formas tradicionales para crear una antinovela, sin trama, sin intriga, sin descripciones ni casi cronología. También han sido precursores de formas "hipertextuales" en literatura impresa autores como Jorge Luís Borges, Italo Calvino, William Burroughs y Umberto Eco.
El teórico del hipertexto y escritor Mark Bernstein (1998) afirma:
"Todavía no tenemos géneros hipertextuales porque aún no tenemos suficientes hipertextos. Se pueden ver atisbos de formación de género aquí y allí -hay una relación interesante entre Lust de Arnold y Samplers de Larsen por ejemplo-, pero los géneros se forman por acumulación". ("Entrevista con Mark Bernstein, científico jefe de Eastgate - Entre el arte y la ciencia", en Revista Espéculo - Universidad Complutense de Madrid)
Siendo así nos planteamos la función social y estética que comporta el hipertexto, afirmando su existencia con el objetivo de ubicarlo en el escenario de las expresiones de nuestro tiempo. Así surgen los escrilectores, auténticos protagonistas de este fenómeno. "Con la cibercultura el lugar de la obra se dispersa. Los roles se reconfiguran y ya no se puede hablar de un escritor y de un lector como entidades separadas, sino de un escrilector, alguien que despliega una inteligencia colectiva y produce sus propios textos en forma casi simultánea con su recepción".(Jaime Alejandro Rodríguez Ruiz (2003) El Relato Digital. La escrilectura. Esta dispersión de la obra, que ya no identifica un nudo central, conlleva una movilización en los roles, un cambio de hábitos comunicativos así como en el uso de los códigos. Además se incorporan otros protagonistas, más allá de los lectores tradicionales, como lo son los televidentes, los asiduos del videojuego, la realidad virtual, y los fanáticos de los ciberjuegos. Nos encontramos ante un fenómeno sin jerarquías ni estructuras ordenadoras. Son estos escrilectores generadores de diferentes ficciones, que ponen en movimiento sus estrategias creadoras y su diversidad cultural, manejando un nuevo tiempo

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